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novela negra española

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El niño mago de la cicatriz, parodia
El viejo Jonás asesinado

¿Quién escribe?

Trinidad Bravo de Laguna

Nacido en el glorioso año de 1976, nací canario (lo cual es la única virtud que se me puede atribuir), tinerfeño. Aunque estudié Geología en Madrid (¡la capital!) dudé entre ciencias y letras y a punto estuve de cursar filología o, peor aún, filosofía. El gusanillo de escribir siempre me ha acompañado y no había suceso que no acompañara con una poesía o con prosa poética,

Tengo un par de novelas publicadas.

Me gano la vida como ilustrador. Pero siempre llevo un cuaderno conmigo para escribir a la menor de cambio.

El viejo Jonás asesinado
El niño mago de la cicatriz, parodia

La novela de investigación en nuestro país

La historia de la península ibérica es de las más ricas que puedan encontrarse y tiene muchas luces.

Pero lo que atrae es lo zafio, es la fealdad que sale de lo corriente. Y a medida que la sociedad vivía mejor y se desarrollaba, más necesidad teníamos los españoles de encontrar la mancha en el horizonte.

La novela policíaca y negra pone el dedo en esa llaga: el héroe y su comportamiento heróico son magníficos, pero el Quijote se basa en un loco y en un soñador que nada tenía que ver con ningún héroe. 

Por ejemplo, Guzmán dio la daga con la que matar a su hijo. Y sin embargo nos resalta más la toma de Granada y la derrota de la clase noble de entonces. 

El sitio de Viena es resaltable porque la salvación se produjo cuando ya estaban en las últimas.

El carácter ibérico le da a esa mancha en el horizonte una interpretación particular: eso es la Novela Negra española. Veamos eso.

 

Novela Negra española

El gran culpable de que exista hoy el género “novela negra” es Edgar Allan Poe. Este señor era un estadounidense de siglo XIX que no paraba de escribir bajo el paraguas del romanticismo. Aunque le dio una vuelta más al término haciendo un terror romántico. El tipo era un mentiroso (una vez mintió sobre su edad para entrar en el ejército) pero escribía divinamente.

El caso es que uno de sus cuentos da con el filón de la novela negra. Se trata de un asesinato de dos mujeres ocurrido en circunstancias misteriosas. Y quien lo resuelve es Dupin, un detective aficionado antecesor de Sherlock Holmes y Hercule Poirot, sin ser tan inhumano como estos últimos pero apuntando maneras.

De repente se descubrió el género donde pasa algo criminal y se crea una atmósfera pesada o inaguantable. La luz viene de alguien que está fuera de la media.

Y en España se escribe sobre eso. Pero, al igual que me pasa a mí, el detective no se aleja mucho del español medio. Y este es apasionado,  honrado y amante de lo zafio -si es honesto. Es especialmente hospitalario y aprecia la comida y los buenos manjares.

Ingredientes

Para escribir una novela negra o policíaca basta con hacerlo. Las reglas no son fijas, pero hay una serie de elementos que siempre se dan en una novela negra:

– El ambiente es tétrico

– La personalidad del detective es encantadora pero no lleva la acción. La acción la lleva el hecho criminal.

– El detective se sale del común de los mortales, ya sea por ser superinteligente o por su alma atormentada.

– Hay violencia por toda la historia. Es un elemento clave.

– El que lee entiende al mundo con los ojos del detective, y aunque éste guarda ases en la manga (en numerosas ocasiones) uno no logra ver más allá de lo que él ve. No hay más datos que los presentados al detective.

– El tiempo de la novela es clásico, lineal. Pasa algo, se resuelve el misterio y todos contentos.Perdices, etc…

– Rara vez el crimen es improvisado y el que lo hace tiene motivos poderosos (muchas veces personales) para llevarlo a cabo. El escritor, un ser con gran pachorra, debe meterse en la piel del malo.

Trama

El objetivo de cualquier libro es el de disfrutarlo. Y, en ese sentido, la trama es el elemento básico de cualquier novela. ¿Qué es la trama? Si tuvieras que resumir el libro en una o dos frases, esas frases definirían la trama.

El juego

Leer una novela significa aceptar las reglas del juego. Uno se sabe engañado, pero se deja engañar. Y es que al leer uno se evade.

Lo que uno espera encontrar es lo que el escritor está obligado a proveer. En este caso, uno espera el crimen. El crimen es la esencia de toda novela policíaca o negra. Y tiene mucho que ver con un mandamiento que todos tenemos inscrito en nuestro ADN: “No matarás”.

A veces no hay un crimen flagrante sino un ambiente criminal.

Y para que se produzca el crimen la fértil imaginación de los escritores ha inventado todo tipo de cosas: desde flechas de curares, aguijones de avispas o balas perdidas.

 

Curiosidad

Lo que lleva al lector a pasar página tras página es la misma curiosidad que alienta al detective. Él o ella interroga, pero en realidad es el lector quien lo hace, quien se encuentra con el misterio, quien arde en deseos por resolverlo.

A veces esa curiosidad se verá deslumbrada por el ingenio del escritor.

A veces esa curiosidad se verá cubierta por elementos costumbristas de la novela.

Pero siempre ha de ser respondida. Imaginemos a Sherlock diciendo: “No puedo con este problema. Me voy” o a Poirot diciendo “mis células grises han fallado”. Las novelas de Conan Doyle o de Christie serían todo un chasco.

 

La curiosidad es lo que lleva a un niño a preguntarse qué hay en la caja. No hay caja sin secreto y eso es el alma de cualquier novela.

¿Cómo responde el mundo ante la locura de Don Quijote? ¿Qué significa matar a un ser humano en la psique de otro ser humano? ¿Por qué Ana le fue infiel a su marido si lo tenía todo?

Una novela nos plantea preguntas que solo podemos responder leyendo las páginas. Son preguntas que nos sacan de la realidad. Son preguntas inventadas. Nos engañan y nos dejamos engañar.

Para saber qué hay en la caja misteriosa.

Para desentrañar el misterio que las mismas páginas nos han dicho que hay. 



La mentira, la apuesta y el crimen

Esos tres son los componentes de toda buena novela negra.

¡A disfrutar!